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  Aldo Bonzi, La Matanza, Provincia de Buenos Aires, Argentina  

 

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27/03/09
Publicamos un cuento escrito por una alumna del 2do. Año

Chocolate

   Una mañana de otoño Marcela y Federico se encontraban durmiendo y entonces sonó el teléfono; se levantaron rápidamente porque estaban esperando un llamado.  Federico llegó primero, dijo hola y luego cambió algunas palabras y cortó; miró a su esposa y le dijo:

---eran de la clínica.

--- ¿Qué fue lo que te dijeron, Federico? ¿Estoy embarazada?

 Entonces él dijo que sí, que los resultados eran positivos; y también se miraron y abrazaron. Esa noticia les alegró la vida.

Durante su embarazo Marcela vio como crecía su panza y le gustaba mucho sentir cada movimiento de su hijo.

Les nació un varón al que bautizaron como Valentín.

Sus días transcurrieron con tranquilidad y normalidad durante unos meses.

Una noche varios coches transitaban velozmente por la manzana en donde estaba su casa. Federico miró a través de la ventana y Marcela fue hasta la cuna a calmar a Valentín que lloriqueaba. Fue en ese momento cuando escuchó mucho ruido en casa, en el living, e instintivamente alzó a su hijo y fue a ver.

La imagen que encontró fue la de marido ensangrentado e inconsciente o muerto y a varios desconocidos rodeándolo.  Su primera reacción fue la de gritar pero en cuanto los desconocidos la escucharon, entre dos la sujetaron y le vendaron la boca mientras otro le arrancaba al niño de los brazos; después la arrastraron hasta el coche estacionado afuera.

Llovía.

Cuando Federico despertó comenzó a buscar sus anteojos entre los muebles caídos y a llamar a Marcela comprendió que estaba solo.

Lloraba.

Así lo encontré esa noche y de eso hace casi treinta años; yo vivía y vivo en la casita que hay y había en el fondo del lote; no hubo día en que no buscáramos alguna información del paradero de ellos.

Te lo cuento hoy en que mi hija Marcela cumpliría años, mientras preparo un pastel y espero que Federico me llame como cada día, esperanzada, como cada día, en que pueda decirme que los encontraron al fin. De chocolate le gustaba el pastel a mi hija.

 

                                                                                   DANIELA FLORES

                                                                                           2º 3º     T.M.

 

 

 

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Cucha Cucha 1838  -  Aldo Bonzi