Organiza: DEPARTAMENTO de EXPRESIÓN y
COMUNICACIÓN
En el acto del Día del Respeto a la Diversidad
Cultural que se realizará en la Escuela de E. Media
N° 41 y E.S.B. 163, el día 15 de octubre de 2010,
se mostrará una composición coreográfica en base al
Taky Ongoy de Víctor Heredia.
En el año 1987, fuimos pioneros al trabajar
también con el Taky Ongoy y mostrar la realidad
desde el punto de vista de los pueblos originarios,
cuando todavía el enfoque de los actos del 12 de
octubre era exclusivamente desde el punto de vista
de los españoles, como descubridores de América.
Qué significa Taky Ongoy?
Desde hace exactamente 20 años, el
término Taki Ongoy ya no significa una sola cosa.
Por supuesto que sigue manteniendo su definición
histórico-política original (primer movimiento
cultural indígena organizado contra los
conquistadores españoles, (1560-1572), pero con un
plus estético-militante: el nombre de la obra de
Víctor Heredia que se instaló, subterráneamente y
luchando muchas veces contra la censura. El Taky
Ongoy es una de las obras conceptuales más
importantes de la música popular argentina.
Una obra que supera
al artista para impregnarse al imaginario.
Transformarse en patrimonio de todos. Los 20 años
del doble significado tienen que ver, precisamente,
con su fecha de edición (fines de 1986) y la
bienvenida novedad es que su autor decidió volver a
tocarla entera, después de dos décadas. “No se me
había ocurrido hacerlo –dice Heredia a Página/12–
pero es un buen momento, porque hay un
reconocimiento de la obra por parte del Estado y de
la misma sociedad sobre una realidad histórica que
se ignoró muchas veces y que Taki Ongoy desnudó en
su momento: la existencia de los pueblos originarios
con su problemática.
Fuente:
diario "Página 12"
El Taky Ongoy de Víctor Heredia consta de 7 textos y
18 canciones.
A continuación, se transcriben los textos más
representativos.
TEXTO Nº 1
Hubo un tiempo en el que todo era bueno. Un
tiempo feliz en el que nuestros dioses velaban
por nosotros. No había enfermedad entonces, no
había fiebres, no había viruela, no había ardor
de pecho, no había enflaquecimiento. Sanos
vivíamos. Nuestros cuerpos estaban entonces
rectamente erguidos. Pero ese tiempo acabó,
desde que ellos llegaron con su odio pestilente
y su nuevo dios y sus horrorosos perros
cazadores, sus sanguinarios perros de guerra de
ojos extrañamente amarillos, sus perros
asesinos.
Bajaron de sus barcos de hierro: sus cuerpos
envueltos por todas partes y sus caras blancas y
el cabello amarillo y la ambición y el engaño y
la traición y nuestro dolor de siglos reflejado
en sus ojos inquietos nada quedó en pie, todo lo
arrasaron, lo quemaron, lo aplastaron, lo
torturaron, lo mataron.
Cincuenta y seis millones de hermanos
indios esperan desde su oscura muerte, desde su
espantoso genocidio, que la pequeña luz que aún
arde como ejemplo de lo que fueron algunas de
las grandes culturas del mundo, se propague y
arda en una llama enorme y alumbre por fin
nuestra verdadera identidad, y de ser así que se
sepa la verdad, la terrible verdad de cómo
mataron y esclavizaron a un continente entero
para saquear la plata y el oro y la tierra. De
cómo nos quitaron hasta las lenguas, el idioma y
cambiaron nuestros dioses atemorizándonos con
horribles castigos, como si pudiera haber
castigo mayor que el de haberlos confundido con
nuestros propios dioses y dejado que entraran en
nuestra casa y templos y valles y montañas.
Pero no nos han vencido, hoy, al igual que ayer
todavía peleamos por nuestra libertad.
No había descanso para nuestro
dolor: no solo moríamos a manos de los
conquistadores sino que a nuestras angustias
vinieron a sumarse las enfermedades. Las pestes
como la gripe y la viruela, desconocidas hasta
entonces en nuestra tierra, cayeron sobre
nosotros y la muerte no tuvo piedad.
TEXTO Nº 4
EL GRAN ALZAMIENTO DIAGUITA (1630-1643)
No fue la nuestra una lucha de bárbaros contra
seres civilizados, no lo fue, sencillamente
peleábamos por nuestros derechos. Todos los
indios diaguitas: abaucanes, malfines, andalga,
yocavil, calchaquíes, luchábamos por la dignidad
de nuestra comunidad, y contra la crueldad con
la que nos trataba el invasor. En definitiva,
luchábamos por la libertad.
Don Juan
Chalimín,
el bravo cacique, fue nuestro líder y guía, su
sangre es un símbolo para América y la
indianidad
TEXTO Nº 6
Así íbamos desapareciendo de la faz del
continente, lentamente nuestros líderes fueron
asesinados y la indianidad esclavizada en las
minas de oro y plata que eran descubiertas y
vaciadas impunemente, con el esfuerzo y el dolor
de nuestros hermanos.
Solamente en Potosí murieron ocho millones de
indios por la ambición europea, ocho millones de
muertes es demasiado dolor como para olvidar que
fueron causadas solamente por una insaciable sed
de poder y riqueza.
TEXTO N'7
Casi cinco siglos de destrucción sistemática y
de obliteración cultural han contribuido a la
desaparición de tumbas, centros religiosos,
poblados y también a la extinción de las artes.
No hay excusa para quienes pudieron desde sus
lugares tratar de frenar ese proceso de
involución cultural, no hay excusa porque vastas
generaciones hemos crecido en la equivocada
creencia que nuestros indios eran seres bárbaros
y sin inteligencia alguna.
Pero la verdad aflora siempre y allí está para
reafirmar su alto valor estético algunas
muestras del arte cerámico, de la escultura en
piedra y los tejidos precolombinos que desde el
silencio nos golpean con su callada y misteriosa
belleza.
¿Qué hubiéramos sido, si hubiéramos podido ser
en toda nuestra plenitud? Podemos todavía, sin
embargo, tratar de reconstruir desde las
tinieblas la historia de los pueblos de los que
ni siquiera sus huesos han sido respetados.