Siempre traía 
					consigo un saco lleno de historias que iba recogiendo por 
					todo el mundo. Nada más llegar se sentaban todos alrededor 
					de la hoguera a escuchar sus relatos.
 
				
					Un día les dijo que 
					había una tierra que tenía un clima tan suave que podía 
					decirse que siempre era primavera. Y, en ocasiones, los 
					árboles vestían colores dorados y rojas se llamaba EL OTOÑO.
 
				Los otros indios no le 
				creyeron porque nunca habían visto árboles de aquel color, no 
				conocían el otoño. Solo tenían invierno, primavera y verano. 
				Debería traer un árbol de otoño.
 
					Y de esta forma 
					Correcaminos recorrió el mundo preguntando a la gente donde 
					podía encontrar el otoño. Pero nadie le sabía contestar.
 
				
					Pasaron muchos años, 
					tantos que Correcaminos ya tenía el pelo blanco. Y caminando 
					llegó a un lugar misterioso…
 
				
					En una cueva 
					encontró a un gigante que se presentó como el Señor del 
					frío. Éste le dijo: “Si de verdad quieres encontrar el otoño 
					te va a costar la vida, ¿serás valiente? Correcaminos 
					contestó que sí.
 
				
					Siguió el camino que 
					le indicó el Señor del Frío y se encontró cerca de su aldea, 
					al lado de una roca donde nacía la fuente del otoño y probó 
					su agua.
 
				
					Entonces notó que 
					sus pies se hundían en la tierra como si tuvieran raíces y 
					que sus brazos y manos se estiraban llenándose e hojas rojas 
					y doradas.
 
				
					Una suave brisa 
					perfumada llegó hasta el poblado, los indios al seguirla se 
					quedaron fascinados por el árbol y comprendieron que 
					Correcaminos por fin les había traído el otoño.
 
				
				SI QUIERES TENER OTOÑO